lunes, 14 de julio de 2008

La paradoja del terror.

Sobre los cortos de Lynch.

Freud dijo que nuestros más primitivos deseos nos producen miedo porque siempre continúan allí, dentro de nosotros. Al ver The Grandmother, no pude evitar sentir la sensación de una angustia inevitable. En una escena, después de ser maltratado por su padre, un niño corre hacia su madre quien lo acaricia lascivamente. Un poco antes yo había concebido la misma imagen. Al presentarse el personaje de la abuela como alternativa a este desalmado triangulo edípico sospeché incluso que la naciente relación nieto-abuela debía tener algo de erótico. El beso entre la anciana y el niño no solo me desconcertó sino que me liberó, pues mi deseo-sospecha se vio satisfecho. El guilty pleasure es una especialidad de Lynch. En The Alphabet, tras minutos de insoportable música y escenas caóticas, el espectador aspira a que todo termine cuando el personaje desaparezca, entonces voilà, un chorro de sangre brota de la boca de la protagonista. La explosión liberadora se vuelve una búsqueda constante por parte de la audiencia. Una mirada prolongada de seis hombres, en Six Figures, que vomitan y se desangran en innumerables ocasiones se torna en repetitiva e hipnótica muestra de explosiones y liberaciones. Y esto, que a primera vista, es lo que nos desagrada nos atrae. La paradoja del terror no es sino el sentimiento de culpa que nos produce el haber deseado secretamente, y continuar deseando, aquello que decimos rechazar y que Lynch se regocija en mostrarnos.

1 comentario:

Lola dijo...

Hola...estoy traicionando la cadena de comentarios, pero en realidad no la he traicionado porque hasta ahora no ha funcionado...bueno sólo quería afirmar por este medio que me gusta mucho tu crítica de Lynch, me parece "completa" y eso me gusta..