martes, 22 de julio de 2008

"El agua es de papel celofán"

“La ciencia del sueño”, primer largometraje escrito y dirigido por Michael Gondry, narra la historia de Stéphane, un joven dibujante que, tras la muerte de su padre, regresa a Francia, país donde creció, para vivir en su antigua casa de infancia. Consigue empleo en una agencia, gracias a su madre. Sin embargo, nada es como Stéphane espera. Sólo tiene su universo de sueños como escape. Cuando conoce a Stéphanie, su vecina, su mundo de sueños se trastorna.

La delgada línea entre sueño y realidad se difumina magistralmente en esta película. Logra provocar desconcierto, a pesar de que su eje fundamental sea una simple e intrascendente historia de amor. La vida cotidiana de Stéphane y su relación con Stéphanie están atravesadas por el mundo onírico del personaje principal, cuyo infantilismo e inseguridad crónica consolidan el desarrollo del film.

De los atropellados sueños de Stéphane emerge un universo de objetos claramente hechos a mano, puntada a puntada: autos de cartón, nubes de algodón, agua de papel celofán. En una era audiovisual dominada por los lujosos artificios digitales, es asombroso cómo Michael Gondry resalta lo artesanal e infantil de estos objetos, dotándolos de belleza. El director francés consigue dar vida y subjetivizar dichos objetos a tal punto que los convierte en un personaje más. El film consiguió remover en mí una idea formada y bien delimitada sobre la dinámica sujeto-objeto.

En el mundo Moderno, el hombre se convierte en sujeto porque transforma la naturaleza y la objetiva. En este proceso, el sujeto se separa del objeto y rompe la totalidad natural propia del tiempo mítico. Esta tesis marxista explica la enajenación del hombre como momento de distanciamiento de éste y aquello que crea, como instante en que el hombre olvida sus construcciones, las fetichiza y se subordina a ellas.

Sin embargo en el film, el maravilloso mundo de objetos hechos a mano forma una totalidad con los personajes. Percibo que la belleza de todas las creaciones manuales que observo en el film proviene de que las cosas parecen gritar: “¡nos hizo un hombre!”. Y este simple hecho me permite encontrar en el film un enorme acierto. Gondry consigue desordenar mi comprensión sobre la tradicional lógica sujeto-objeto. Al contrario de lo que sucede en la sociedad actual, donde el hombre olvida lo que funda, lo hace ajeno y se somete a ello, Michael Gondry humaniza los objetos y les provee de alma, con lo que éstos no se alejan del hombre que los crea si no que lo completan y potencian sus relaciones personales. Finalmente el film me recuerda algo olvidado o ignorado en la actualidad: que el mundo material y el ideal son una gran invención humana, una enorme artesanía.

No hay comentarios: